En Asheville, Carolina del Norte, nuestra comunidad empieza el nuevo año intentando recuperarse de la destrucción del huracán Helene.
En un año como 2024, en el que pasaron tantas cosas en el mundo y en el país, pareciera que la tragedia de nuestra comunidad sucedió en un tiempo lejano; es difícil de creer que fue hace menos de cuatro meses. Los reporteros y las cámaras de televisión se han retirado para perseguir otras noticias, pero la gente en Asheville, North Carolina, y en la comunidad hispana de Emma, todavía sigue limpiando los escombros materiales y emocionales que dejó a su paso el huracán Helene. A pesar de que las familias y los proveedores de cuidado infantil han sido especialmente golpeados por el desastre, también tenemos muchas razones para sentir gratitud y esperanza.
Llegué a Estados Unidos desde Perú, convencida por mis amigas de la universidad que vivían en Miami y me contaban de las buenas oportunidades laborales que había para mi profesión de maestra de educación especial. Me gustó vivir en Miami, pero me enamoré de Asheville. Fue un contraste muy fuerte entre la vida rápida de la ciudad y el ambiente tranquilo, cálido, rodeado de belleza natural, que encontré en Asheville, en donde sólo estaba de visita. Fue un amor a primera vista, y decidí quedarme.
Primero trabajé en escuelas Montessori y luego en escuelas públicas, y también como tutora de niños de kinder y de primaria que tenían problemas de aprendizaje. Los padres empezaron a pedirme más tiempo con los niños, y empecé a dar clases de español a un grupo pequeño de niños en mi casa. En el 2014 abrí mi propia escuela y childcare home—la clasificación más pequeña para cuidado infantil basado en casa—, y poco a poco fui creciendo. Empecé a hacer planes para abrir un centro, afrontando los retos de las regulaciones y la falta de locales adecuados, pero todos estos esfuerzos se han visto frenados, primero por la pandemia, y ahora por la destrucción de Helene.
Cuando el huracán golpeó aquí, en la comunidad de Emma, por mi calle vi como quince árboles derrumbados sobre el camino y otros sobre los techos de las casas, arrastrando en su caída postes de luz y cables enmarañados. Estuvimos sin agua, luz, teléfono, internet, sin bancos abiertos o dinero en efectivo para comprar comida por semanas, fue una cosa de pesadilla. Durante ese tiempo los child cares estuvieron cerrados, sin posibilidad de generar ingresos o de apoyar a los padres y madres que no tenían en dónde dejar a sus hijos. En el centro de Asheville, a unos 7 minutos de Emma, la devastación fue incluso peor. Carros volteados, trozos inmensos de casas tirados al lado del río, historias de personas desaparecidas. Todo esto ha impactado la economía de la zona seriamente, que depende en gran parte del turismo. Escuché en las noticias que la recuperación de Asheville va a tomar 15 años, y que el 40% de los negocios ha sido destruido. Todo eso es evidente a la vista.
Hay padres y madres que se han quedado sin nada, porque los lugares donde trabajaban dejaron de existir y sus casas se inundaron. Ya no pueden pagar por childcare, o están en casa con sus hijos mientras tratan de subsistir. Hay familias que se han ido de Asheville, porque la situación no es sostenible. Yo he podido reabrir mi childcare después de una larga espera, pero no todos los niños han vuelto. Lo mismo ha pasado con otras proveedoras de cuidado infantil. Si tú tenías cinco niños ahora tienes tres, si tenías tres ahora tienes uno o dos.
Pero a veces la tragedia también abre el espacio para que nos encontremos como seres humanos. Emma siempre ha sido una comunidad fuerte, un grupo de latinos muy unido en donde siempre nos estamos apoyando mutuamente. La comunidad de El Telar es un grupo de mujeres admirables que comparte recursos para ofrecer cuidado infantil basado en casa, y que ha mostrado solidaridad y fortaleza en estos momentos tan difíciles. Esta solidaridad también ha llegado desde pueblos y comunidades vecinas, que han sido extremadamente generosos compartiendo con nosotros alimentos, recursos, lavanderías, hasta duchas y baños. Su apoyo ha sido sostenido y continuo. También me siento muy agradecida con Home Grown, que ha creado un Fondo de Emergencia para Clima Severo y Desastres Nacionales, el cual está a disposición de proveedores afectados por fenómenos climáticos de la magnitud de Helene. Invito a otras proveedoras y proveedores en mi situación a aprender más sobre este fondo.
En medio de la tristeza y la devastación que todavía vivimos día a día en Asheville, todas estas demostraciones de solidaridad irradian esperanza y gratitud por toda nuestra comunidad. Es un sentimiento particularmente especial para empezar el nuevo año, que nos ayuda a distinguir con nitidez qué es lo realmente importante en nuestras vidas y nos hace esperar un mejor 2025. Seguiremos trabajando para reconstruir nuestros sueños.