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Los proveedores de cuidado infantil en el hogar comparten reflexiones sobre su herencia hispana

“Este Mes Es Una Oportunidad de Reconocimiento”

En el Mes de la Herencia Hispana, contamos las historias de dos proveedoras de cuidado infantil que encontraron su llamado en la organización y el trabajo comunitario.

En Estados Unidos, las historias inmigrantes pueden empezar de distintas formas, pero eventualmente terminan pareciéndose. Leticia Barcenas y Claudia Valentín viven en esquinas diagonalmente opuestas del país—Portland, Oregon, y New Orleans, Louisiana, respectivamente—, vienen de países distintos—México y Honduras—y empezaron su Sueño Americano con planes diferentes—Leticia quería trabajar para hacer dinero y apoyar a su familia; Claudia buscaba formas de educar a los jóvenes de la diáspora—, pero eventualmente descubrieron que su destino estaba inevitablemente atado al éxito del cuidado infantil en sus comunidades. 

Sus historias reflejan el espíritu de lucha y solidaridad que siempre ha caracterizado a los hispanos en los Estados Unidos, así como la complejidad de un término que encierra muchas culturas e identidades.  

Sueños Materiales, Sueños Inmateriales

Leticia llegó a Estados Unidos hace veinte años. “Empecé envolviendo cubiertos en la cocina de un restaurante”, cuenta ella. Mexicana, natural del estado de Guanajuato, todavía recuerda el ímpetu inicial que siente todo nuevo inmigrante en el país: trabajar largas horas, generar la mayor cantidad de dinero posible para poder mantener a sus hijos y enviar a la familia en México, buscar estabilidad material para ella y su familia. “Cuando recién llegas sientes que te quieres comer el mundo y ganar dinero; todos los sueños son materiales y descuidamos los sueños inmateriales”. Tanto trabajo no dejaba tiempo para la familia. “Me iba a trabajar y a mi hijo, el más grande, lo daba a cuidar pagando muy poquito, con una vecina, una amiga, quien me lo quisiera cuidar. No tenía conocimiento del valor que tenía ese cuidado”.

Cuando la familia creció, y tras pasar un susto que la llevó al hospital, Leticia se dio cuenta de que era hora de dejar de trabajar para dedicarse a su familia y cuidarse a sí misma. “Ya teníamos tres hijos y quería verlos crecer, en especial la más pequeña”. Su esposo la apoyó, pero pronto la situación financiera de la familia empezó a empeorar. Casi por casualidad, una amiga le preguntó a Leticia si podía cuidar a sus tres hijos durante el día, lo cual ella aceptó. Sin darse cuenta, estaba entrando a un mundo nuevo y complejo, en el que se volvería una líder local: el cuidado infantil basado en casa. 

La amiga de Leticia le sugirió visitar una organización sin fines de lucro local llamada Community Action para aprender más sobre recursos disponibles para proveedores de cuidado infantil en su comunidad. “Llegué ahí y encontré muchas mujeres hablando de negocios, de crecimiento, de educación y aprendizaje. Luego entró la maestra líder. Yo al escucharlas a todas, hablando de sus experiencias, logros, dije esto es para mí. Quiero seguir estudiando, saber, conocer. Estados Unidos no solo es para venir y desarrollarte en lo económico, también puedes desarrollarte en lo profesional. Ahí se abrió mi panorama a la educación infantil, que no solo es cuidar a los niños, sino también desarrollarlos”.

Hoy en día, Leticia ejerce el cuidado infantil junto a su esposo en su casa en Beaverton, ciudad aledaña a Portland, bajo la modalidad de familia registrada. También trabaja en su comunidad para defender y entrenar a los proveedores de cuidado infantil en Oregon, en donde, a pesar de las victorias y avances en el sector, aún hay mucho trabajo por hacer. “Siempre abogo para que las subvenciones nos consideren a nosotros, las familias registradas y otro tipo de cuidadores llamados los exentos de licencia”. Parte de este trabajo incluye a organizaciones como Home Grown.

“Hablar de la Herencia Hispana es hablar de la humildad y la conexión que tenemos como comunidad. Es sobre cómo nosotros convivimos, celebramos, pero también rendimos homenaje a la resiliencia de una comunidad. Es rendir homenaje a nuestros líderes comunitarios, líderes de negocios, deportistas, etc. Es hablar de cómo luchamos para lograr algo. La gente [no hispana] que convive con nosotros lo admira y empatiza cuando nos ve vivir ese proceso. Este mes es una oportunidad de reconocimiento”.

Cultura Hispana y Afrolatina

Claudia es hondureña y garífuna. “Los garífunas son procedentes de la Isla San Vicente, al este de Inglaterra, y con 227 años de presencia en Honduras”, explica ella. “Yo nací y crecí en Honduras. Somos hispanos pero tenemos nuestra propia lengua materna, nuestra propia cultura, y hasta podemos decir nuestra propia independencia, que celebramos el 12 de abril, y la independencia de Honduras es el 15 de septiembre. Nosotros como garífunas llegamos a Honduras, y hemos adoptado la cultura hondureña sin olvidar nuestras raíces”.

Fue así que, al llegar a New Orleans hace cinco años y encontrar una significativa comunidad garífuna, decidió crear una organización para ofrecer programas educativos a los jóvenes de la diáspora. Este trabajo se expandió con la llegada de la pandemia, en el año 2020. “Con el covid empezamos dando víveres, pañales, ayudando a la gente, pero luego un colega me propuso empezar a apoyar a los niños”.

La idea tenía sentido, especialmente para las madres que trabajan haciendo limpieza en el sector hotelero en New Orleans, uno de los principales motores de la economía local, en donde incluso una housekeeper bien pagada no puede cubrir los altos costos del cuidado infantil. “Entonces les dijimos a esas madres que podían dejar a sus niños con nosotros, y no tienen que pagar, pero tienen que ofrecer uno de sus días libres como voluntariado”. Este programa fue el comienzo de un nuevo capítulo para Claudia, en el que el cuidado infantil tiene un lugar central en su misión de apoyar a su comunidad. “Me enfoco en que los niños se eduquen, que las madres puedan obtener capacitaciones, que puedan aprender a generar un ingreso adicional. El cuidado infantil es parte integral para que puedan lograrlo”.

Actualmente, Claudia continúa ofreciendo cuidado infantil desde su organización, pero el programa siempre afronta retos económicos. Trabajar con Home Grown ha sido un gran apoyo para sus iniciativas, lo cual también le ha dado tiempo de apoyar a las familias de otras maneras, desde servir como traductora y asesora en las escuelas hasta ayudar con trámites para alquiler de vivienda.

Garífuna, hondureña, estadounidense: esto es lo que reconoce el Mes de la Herencia Hispana. “Estuve en un festival hispano aquí en New Orleans y había de todo, me hizo decir wow, qué bonita nuestra cultura”, reflexiona Claudia. “Porque todos tenemos danzas tradicionales, y tal vez les llaman cosas distintas, pero cuando ves los vestidos largos y coloridos, sientes que al final estamos haciendo lo mismo”.

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